Las elecciones generales del 2016 ya empiezan a sentirse con mayor fuerza y las encuestas cada vez más “independientes”, señalan a Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynsky y Alan García Pérez como los que llevan la delantera, seguidos por Alejandro Toledo, Daniel Urresti y Gastón Acurio, todo ellos agrupados hacia la derecha de la línea que divide el tablero en dos. Aún más relegados por estas cifras, insistimos, “independientes”, se encuentran las opciones de izquierda. Salomón Lerner, Yehude Simon y Susana Villarán, como visibles del denominado frente de centro izquierda, recientemente lanzado en Lima, y Marco Arana, Marisa Glave y Verónica Mendoza, en el otro frente. Sin embargo las empresas “independientes” que realizan estas encuestas dejan abierta la posibilidad de que un outsider emerja en los comicios, el cual siempre sería hombre y provendría del lado derecho del tablero.  

En este grupo de posibles outsider, nombres como los de Mucho Mamani, Mauricio Diez Canseco (no es broma) y Julio Guzmán aparecen. Este último, tecnócrata reconocido, ha salido públicamente esta semana siendo entrevistado en programas televisivos posicionando su marca como un candidato diferente a lo tradicional. 

Ahora bien es evidente que la estrategia de la gran mayoría es ubicarse al centro del tablero y captar el mayor apoyo popular sin generar el temor por posibles reformas estructurales al modelo que con uno que otro maquillaje, cada cinco años parece consolidarse más.

Sin embargo en este tradicional debate entre izquierda y derecha, en nuestro país, poco o nada se ha escuchado sobre una de las reformas más importantes, como es la descentralización y regionalización, la cual ha sido cuestionada en estos dos últimos años, producto de gestiones implicadas en casos de corrupción. Este cuestionamiento ha servido para articular un discurso re centralista que posibilite al gobierno nacional recuperar poder frente a lo cedido a los gobiernos regionales. Por ello, pensar en una opción que tenga como compromiso el fortalecimiento del proceso de descentralización y que represente las demandas olvidadas del interior del país, es de una necesidad apremiante.

Los candidatos capitalinos deben recordar que en la última elección presidencial la candidata que ganó en Lima, no fue elegida presidente, ya que las regiones votaron distinto. Entonces a pesar de sus 8 millones, Lima no es el Perú, y todas las propuestas que hemos señalado arriba, salvo el movimiento que nace en Cajamarca (TYL), representan una visión de gobierno desde la capital y eso también tiene implicancias en la gestión nacional. No se escucha aún la voz de las regiones, empoderadas y con claridad, desde una propuesta nacional, pero es urgente poner el tema sobre la mesa, y en todo caso, seamos nosotros quienes alcemos la voz ciudadanas y ciudadanos.